Uso solo lana natural, nada de fibra, con colores naturales, tales como plomo y color tierra. Por ejemplo, del blanco al café profundo hay 20 degrades, lo mismo del blanco al negro. Por eso las lanas se clasifican según las ovejas: oveja cabeza negra y oveja Merino de cabeza blanca. La de cabeza negra tiene más cuerpo. También compro lana a los productores locales. Puedo hilar hasta un kilo de lana en un día. Después la tiño con productos de los alrededores.
El teñido lo realizo con los colores de la naturaleza. Ella provee, uno solo toma prestado. Tiño con distintas plantitas, como boldo y quintral. Después me pongo a tejer. Tengo un telar parado, conocido también como telar mapuche. También me gusta enseñar, traspasar mis conocimientos, mostrar mi arte, para que otras lo puedan aprender. Por lo general, le enseño a niños y, sobre todo, a mujeres. Esta es más que nada una labor femenina.
Cuido mucho de la materia prima. Voy al corral y, algunas veces, también esquilo. Siempre me aseguro de seleccionar la mejor lana, la de primera, esa sin tanta de basura. De un kilo de lana recién esquilada obtengo 300 gramos de lana limpia lista para hilar. Urdo la lana en el suelo y después la monto en el telar. El telar que tengo me lo hizo mi hijo, por eso le tengo un aprecio especial, un gran cariño.
En el telar puedo tejer una pieza de 1.60 metros de ancho, que es lo que puedo abarcar con los brazos abiertos. Hacer algo así me puede tardar hasta tres semanas, porque solo avanzo tres centímetros diarios cuando la lana es muy fina. Mis piezas son firmes, bien paleteadas, por ende, ocupo más lana. En este sentido, mis piezas quedan pesadas y abrigadoras, como mis mantas, que pueden tener hasta dos metros de alto, llegando a pesar casi dos kilos.
Uso solo lana natural, nada de fibra, con colores naturales, tales como plomo y color tierra. Por ejemplo, del blanco al café profundo hay 20 degrades, lo mismo del blanco al negro. Por eso las lanas se clasifican según las ovejas: oveja cabeza negra y oveja Merino de cabeza blanca. La de cabeza negra tiene más cuerpo. También compro lana a los productores locales. Puedo hilar hasta un kilo de lana en un día. Después la tiño con productos de los alrededores.
El teñido lo realizo con los colores de la naturaleza. Ella provee, uno solo toma prestado. Tiño con distintas plantitas, como boldo y quintral. Después me pongo a tejer. Tengo un telar parado, conocido también como telar mapuche. También me gusta enseñar, traspasar mis conocimientos, mostrar mi arte, para que otras lo puedan aprender. Por lo general, le enseño a niños y, sobre todo, a mujeres. Esta es más que nada una labor femenina.
Cuido mucho de la materia prima. Voy al corral y, algunas veces, también esquilo. Siempre me aseguro de seleccionar la mejor lana, la de primera, esa sin tanta de basura. De un kilo de lana recién esquilada obtengo 300 gramos de lana limpia lista para hilar. Urdo la lana en el suelo y después la monto en el telar. El telar que tengo me lo hizo mi hijo, por eso le tengo un aprecio especial, un gran cariño.
En el telar puedo tejer una pieza de 1.60 metros de ancho, que es lo que puedo abarcar con los brazos abiertos. Hacer algo así me puede tardar hasta tres semanas, porque solo avanzo tres centímetros diarios cuando la lana es muy fina. Mis piezas son firmes, bien paleteadas, por ende, ocupo más lana. En este sentido, mis piezas quedan pesadas y abrigadoras, como mis mantas, que pueden tener hasta dos metros de alto, llegando a pesar casi dos kilos.
Uso solo lana natural, nada de fibra, con colores naturales, tales como plomo y color tierra. Por ejemplo, del blanco al café profundo hay 20 degrades, lo mismo del blanco al negro. Por eso las lanas se clasifican según las ovejas: oveja cabeza negra y oveja Merino de cabeza blanca. La de cabeza negra tiene más cuerpo. También compro lana a los productores locales. Puedo hilar hasta un kilo de lana en un día. Después la tiño con productos de los alrededores.
El teñido lo realizo con los colores de la naturaleza. Ella provee, uno solo toma prestado. Tiño con distintas plantitas, como boldo y quintral. Después me pongo a tejer. Tengo un telar parado, conocido también como telar mapuche. También me gusta enseñar, traspasar mis conocimientos, mostrar mi arte, para que otras lo puedan aprender. Por lo general, le enseño a niños y, sobre todo, a mujeres. Esta es más que nada una labor femenina.
Cuido mucho de la materia prima. Voy al corral y, algunas veces, también esquilo. Siempre me aseguro de seleccionar la mejor lana, la de primera, esa sin tanta de basura. De un kilo de lana recién esquilada obtengo 300 gramos de lana limpia lista para hilar. Urdo la lana en el suelo y después la monto en el telar. El telar que tengo me lo hizo mi hijo, por eso le tengo un aprecio especial, un gran cariño.
En el telar puedo tejer una pieza de 1.60 metros de ancho, que es lo que puedo abarcar con los brazos abiertos. Hacer algo así me puede tardar hasta tres semanas, porque solo avanzo tres centímetros diarios cuando la lana es muy fina. Mis piezas son firmes, bien paleteadas, por ende, ocupo más lana. En este sentido, mis piezas quedan pesadas y abrigadoras, como mis mantas, que pueden tener hasta dos metros de alto, llegando a pesar casi dos kilos.