La arcilla se extrae desde una mina del sector. Es una arcilla plomiza, que se saca con pala y retroexcavadora. Cuando está cocida se pone rosadita. Es una tierra especial, suave, firme e inolora; única e ideal para nuestros objetos. Incluso, sabemos que tiene propiedades curativas, porque es un excelente exfoliador para la piel. Nosotros compramos la greda y comenzamos a trabajarla para elaborar nuestros productos.
Lo primero que hacemos es remojar la arcilla con agua durante un tiempo aproximado de cuatro horas. Por ejemplo, en un bidón con 100 litros de agua ponemos dos carretillas llenas de arcilla. Luego revolvemos la mezcla durante unas dos horas. Entre más se revuelve mejor, más fina queda la cerámica. Después se pasa por varios cedazos, uno más fino que el otro. La mezcla debe quedar bien delgada, sin grumos ni impurezas.
La mezcla la sacamos en jarros y comenzamos a llenar los moldes. Nuestra cerámica se trabaja en moldes, tal como lo hacían algunos alfareros del Imperio Inca. Una vez llenos los moldes dejamos orear la cerámica, para que se seque un poco. La idea es que se adhiera la mezcla al molde de yeso. Luego eliminamos el excedente de la mezcla, lo que queda al centro. Después ponemos las piezas a secar al sol, por un periodo aproximado de dos días.
Posteriormente desmoldamos las piezas y las pulimos con una piedra Agatha, mientras se mojan los objetos con una esponja, para que quede suave. De ahí ponemos los productos en el horno, colocamos cerca de 150 piezas a la vez. Tenemos un horno de barro y ladrillo, usamos leña como combustible. El horneado demora unas diez horas y se realiza a una temperatura de 1.000°. Finalmente, las piezas se enfrían en el horno durante dos días.
La arcilla se extrae desde una mina del sector. Es una arcilla plomiza, que se saca con pala y retroexcavadora. Cuando está cocida se pone rosadita. Es una tierra especial, suave, firme e inolora; única e ideal para nuestros objetos. Incluso, sabemos que tiene propiedades curativas, porque es un excelente exfoliador para la piel. Nosotros compramos la greda y comenzamos a trabajarla para elaborar nuestros productos.
Lo primero que hacemos es remojar la arcilla con agua durante un tiempo aproximado de cuatro horas. Por ejemplo, en un bidón con 100 litros de agua ponemos dos carretillas llenas de arcilla. Luego revolvemos la mezcla durante unas dos horas. Entre más se revuelve mejor, más fina queda la cerámica. Después se pasa por varios cedazos, uno más fino que el otro. La mezcla debe quedar bien delgada, sin grumos ni impurezas.
La mezcla la sacamos en jarros y comenzamos a llenar los moldes. Nuestra cerámica se trabaja en moldes, tal como lo hacían algunos alfareros del Imperio Inca. Una vez llenos los moldes dejamos orear la cerámica, para que se seque un poco. La idea es que se adhiera la mezcla al molde de yeso. Luego eliminamos el excedente de la mezcla, lo que queda al centro. Después ponemos las piezas a secar al sol, por un periodo aproximado de dos días.
Posteriormente desmoldamos las piezas y las pulimos con una piedra Agatha, mientras se mojan los objetos con una esponja, para que quede suave. De ahí ponemos los productos en el horno, colocamos cerca de 150 piezas a la vez. Tenemos un horno de barro y ladrillo, usamos leña como combustible. El horneado demora unas diez horas y se realiza a una temperatura de 1.000°. Finalmente, las piezas se enfrían en el horno durante dos días.
La arcilla se extrae desde una mina del sector. Es una arcilla plomiza, que se saca con pala y retroexcavadora. Cuando está cocida se pone rosadita. Es una tierra especial, suave, firme e inolora; única e ideal para nuestros objetos. Incluso, sabemos que tiene propiedades curativas, porque es un excelente exfoliador para la piel. Nosotros compramos la greda y comenzamos a trabajarla para elaborar nuestros productos.
Lo primero que hacemos es remojar la arcilla con agua durante un tiempo aproximado de cuatro horas. Por ejemplo, en un bidón con 100 litros de agua ponemos dos carretillas llenas de arcilla. Luego revolvemos la mezcla durante unas dos horas. Entre más se revuelve mejor, más fina queda la cerámica. Después se pasa por varios cedazos, uno más fino que el otro. La mezcla debe quedar bien delgada, sin grumos ni impurezas.
La mezcla la sacamos en jarros y comenzamos a llenar los moldes. Nuestra cerámica se trabaja en moldes, tal como lo hacían algunos alfareros del Imperio Inca. Una vez llenos los moldes dejamos orear la cerámica, para que se seque un poco. La idea es que se adhiera la mezcla al molde de yeso. Luego eliminamos el excedente de la mezcla, lo que queda al centro. Después ponemos las piezas a secar al sol, por un periodo aproximado de dos días.
Posteriormente desmoldamos las piezas y las pulimos con una piedra Agatha, mientras se mojan los objetos con una esponja, para que quede suave. De ahí ponemos los productos en el horno, colocamos cerca de 150 piezas a la vez. Tenemos un horno de barro y ladrillo, usamos leña como combustible. El horneado demora unas diez horas y se realiza a una temperatura de 1.000°. Finalmente, las piezas se enfrían en el horno durante dos días.