Hay mucha diferencia entre mis materias primas, el metal y el textil. El metal es frío, fuerte, sólido, duro. El textil es suave, dócil, se enreda entre los dedos, te acaricia las manos, en cambio el metal puede herirlas. Pero así mismo es capaz de proteger y sostener tanto al textil como a nosotros mismos. Es así, es maravillosa esta unión, porque en sus diferencias se complementan a la perfección.
Para preparar los telares, primero se debe escoger el diseño que se quiere tejer. Se seleccionan los hilos y los colores. Aquí hay que combinarlos bien para que resalten. Luego comienza el urdido del telar, es como enhebrar. Se dejan todos los hilos preparados para tejerlos, los colores se ponen en orden para que al momento de tejer vayan saliendo los dibujos y así se comienza a desarrollar la trama. Poco a poco comienzan a surgir las formas.
La plata la fundo, yo hago mis láminas. En esta etapa el metal debe quedar en estado líquido y para eso el calor del soplete debe ser el suficiente para lograr derretirlo. Una vez que el metal fluye, debe verterse en una chaponera, que es la herramienta que permite sostener la materia líquida hasta que se enfría y endurece. Una vez lista esta etapa, con el metal sólido nuevamente, comienzo a laminar, puede ser con un martillo o una laminadora.
Cuando tengo todos los materiales listos, los coloco sobre la mesa y comienzo a diseñar la joya. Luego comienzo a cortar el metal con la sierra y, de ser necesario, me pongo a calarlo, dependiendo de lo que quiera hacer. Hay que integrar el metal y el textil, ese es el desafío de mi arte. Una vez hecho esto, comienzo con el pulido. En esta etapa ocupo mucho tiempo, porque me gusta que el metal quede brillante. Si trabajo con cobre, termino esmaltándolo.
Hay mucha diferencia entre mis materias primas, el metal y el textil. El metal es frío, fuerte, sólido, duro. El textil es suave, dócil, se enreda entre los dedos, te acaricia las manos, en cambio el metal puede herirlas. Pero así mismo es capaz de proteger y sostener tanto al textil como a nosotros mismos. Es así, es maravillosa esta unión, porque en sus diferencias se complementan a la perfección.
Para preparar los telares, primero se debe escoger el diseño que se quiere tejer. Se seleccionan los hilos y los colores. Aquí hay que combinarlos bien para que resalten. Luego comienza el urdido del telar, es como enhebrar. Se dejan todos los hilos preparados para tejerlos, los colores se ponen en orden para que al momento de tejer vayan saliendo los dibujos y así se comienza a desarrollar la trama. Poco a poco comienzan a surgir las formas.
La plata la fundo, yo hago mis láminas. En esta etapa el metal debe quedar en estado líquido y para eso el calor del soplete debe ser el suficiente para lograr derretirlo. Una vez que el metal fluye, debe verterse en una chaponera, que es la herramienta que permite sostener la materia líquida hasta que se enfría y endurece. Una vez lista esta etapa, con el metal sólido nuevamente, comienzo a laminar, puede ser con un martillo o una laminadora.
Cuando tengo todos los materiales listos, los coloco sobre la mesa y comienzo a diseñar la joya. Luego comienzo a cortar el metal con la sierra y, de ser necesario, me pongo a calarlo, dependiendo de lo que quiera hacer. Hay que integrar el metal y el textil, ese es el desafío de mi arte. Una vez hecho esto, comienzo con el pulido. En esta etapa ocupo mucho tiempo, porque me gusta que el metal quede brillante. Si trabajo con cobre, termino esmaltándolo.
Hay mucha diferencia entre mis materias primas, el metal y el textil. El metal es frío, fuerte, sólido, duro. El textil es suave, dócil, se enreda entre los dedos, te acaricia las manos, en cambio el metal puede herirlas. Pero así mismo es capaz de proteger y sostener tanto al textil como a nosotros mismos. Es así, es maravillosa esta unión, porque en sus diferencias se complementan a la perfección.
Para preparar los telares, primero se debe escoger el diseño que se quiere tejer. Se seleccionan los hilos y los colores. Aquí hay que combinarlos bien para que resalten. Luego comienza el urdido del telar, es como enhebrar. Se dejan todos los hilos preparados para tejerlos, los colores se ponen en orden para que al momento de tejer vayan saliendo los dibujos y así se comienza a desarrollar la trama. Poco a poco comienzan a surgir las formas.
La plata la fundo, yo hago mis láminas. En esta etapa el metal debe quedar en estado líquido y para eso el calor del soplete debe ser el suficiente para lograr derretirlo. Una vez que el metal fluye, debe verterse en una chaponera, que es la herramienta que permite sostener la materia líquida hasta que se enfría y endurece. Una vez lista esta etapa, con el metal sólido nuevamente, comienzo a laminar, puede ser con un martillo o una laminadora.
Cuando tengo todos los materiales listos, los coloco sobre la mesa y comienzo a diseñar la joya. Luego comienzo a cortar el metal con la sierra y, de ser necesario, me pongo a calarlo, dependiendo de lo que quiera hacer. Hay que integrar el metal y el textil, ese es el desafío de mi arte. Una vez hecho esto, comienzo con el pulido. En esta etapa ocupo mucho tiempo, porque me gusta que el metal quede brillante. Si trabajo con cobre, termino esmaltándolo.