Lo primero que hago cuando comienzo un chamanto es trabajar en el diseño: lo dibujo y elijo los colores e hilos que ocuparé. Luego lo urdo, de acuerdo a lo que diseñé y, dependiendo de esto, voy ordenando la forma en que coloco los colores. Luego preparo los tonones para permitir que se puedan hacer los cruces en el tejido, dar los espacios para que el hilo o la lana puedan ser tramados o cruzados. Listo todo esto, comienzo a tejer.
Yo tengo la particularidad de tener varios tejidos en mi taller. Hago como tres piezas a la vez. Un día trabajo en uno y al siguiente en otro… cuando las piezas son mías prefiero trabajarlas así. Ahora cuando trabajo con pedidos y tengo un cliente esperando, me concentro en uno solo hasta terminarlo. El tejer es lento, tiene su tiempo. En el caso del chamanto puedo demorar meses en hacerlo. Por eso me gusta alternar, es más dinámico.
Me encanta enseñar, siento que tengo el deber de entregar mis conocimientos a otras mujeres que quieran aprenderlo. Es la única manera de que este oficio no se pierda, que no se olvide. Antiguamente los secretos del telar se traspasaban de generación en generación; era una transmisión de conocimientos de las mujeres de la familia, que se ha ido perdiendo. Yo quiero enseñar a quién quiera aprender, quiero transmitir el amor por el telar y el tejido.
El chamanto es una prenda masculina identitaria de Chile y es típico de Doñihue. Ha sido rastreado desde época colonial. Resistió el cambio de gustos del siglo XIX y se consolidó en el XX como prenda prestigiosa. Toma elementos del mundo indígena y otros del mundo español: la manta española y el chamal indígena. Su decoración, colores y doble faz son de fabricación compleja, puesto que puede tomar más de seis meses terminarlo.
Lo primero que hago cuando comienzo un chamanto es trabajar en el diseño: lo dibujo y elijo los colores e hilos que ocuparé. Luego lo urdo, de acuerdo a lo que diseñé y, dependiendo de esto, voy ordenando la forma en que coloco los colores. Luego preparo los tonones para permitir que se puedan hacer los cruces en el tejido, dar los espacios para que el hilo o la lana puedan ser tramados o cruzados. Listo todo esto, comienzo a tejer.
Yo tengo la particularidad de tener varios tejidos en mi taller. Hago como tres piezas a la vez. Un día trabajo en uno y al siguiente en otro… cuando las piezas son mías prefiero trabajarlas así. Ahora cuando trabajo con pedidos y tengo un cliente esperando, me concentro en uno solo hasta terminarlo. El tejer es lento, tiene su tiempo. En el caso del chamanto puedo demorar meses en hacerlo. Por eso me gusta alternar, es más dinámico.
Me encanta enseñar, siento que tengo el deber de entregar mis conocimientos a otras mujeres que quieran aprenderlo. Es la única manera de que este oficio no se pierda, que no se olvide. Antiguamente los secretos del telar se traspasaban de generación en generación; era una transmisión de conocimientos de las mujeres de la familia, que se ha ido perdiendo. Yo quiero enseñar a quién quiera aprender, quiero transmitir el amor por el telar y el tejido.
El chamanto es una prenda masculina identitaria de Chile y es típico de Doñihue. Ha sido rastreado desde época colonial. Resistió el cambio de gustos del siglo XIX y se consolidó en el XX como prenda prestigiosa. Toma elementos del mundo indígena y otros del mundo español: la manta española y el chamal indígena. Su decoración, colores y doble faz son de fabricación compleja, puesto que puede tomar más de seis meses terminarlo.
Lo primero que hago cuando comienzo un chamanto es trabajar en el diseño: lo dibujo y elijo los colores e hilos que ocuparé. Luego lo urdo, de acuerdo a lo que diseñé y, dependiendo de esto, voy ordenando la forma en que coloco los colores. Luego preparo los tonones para permitir que se puedan hacer los cruces en el tejido, dar los espacios para que el hilo o la lana puedan ser tramados o cruzados. Listo todo esto, comienzo a tejer.
Yo tengo la particularidad de tener varios tejidos en mi taller. Hago como tres piezas a la vez. Un día trabajo en uno y al siguiente en otro… cuando las piezas son mías prefiero trabajarlas así. Ahora cuando trabajo con pedidos y tengo un cliente esperando, me concentro en uno solo hasta terminarlo. El tejer es lento, tiene su tiempo. En el caso del chamanto puedo demorar meses en hacerlo. Por eso me gusta alternar, es más dinámico.
Me encanta enseñar, siento que tengo el deber de entregar mis conocimientos a otras mujeres que quieran aprenderlo. Es la única manera de que este oficio no se pierda, que no se olvide. Antiguamente los secretos del telar se traspasaban de generación en generación; era una transmisión de conocimientos de las mujeres de la familia, que se ha ido perdiendo. Yo quiero enseñar a quién quiera aprender, quiero transmitir el amor por el telar y el tejido.
El chamanto es una prenda masculina identitaria de Chile y es típico de Doñihue. Ha sido rastreado desde época colonial. Resistió el cambio de gustos del siglo XIX y se consolidó en el XX como prenda prestigiosa. Toma elementos del mundo indígena y otros del mundo español: la manta española y el chamal indígena. Su decoración, colores y doble faz son de fabricación compleja, puesto que puede tomar más de seis meses terminarlo.