El campo nos regala increíbles sabores durante las estaciones del año, cuando las frutas están en su punto, comenzamos con la recolección de forma manual. Durante el año cosechamos naranjas, moras silvestres, nísperos, ciruelas, kumquat y granadas donde nuestra amiga Patricia. Al finalizar el verano cosechamos las últimas sandías y melones, y esperamos los membrillos e higos de las añosas higueras de nuestra amiga y vecina Claudia.
Somos de Larmahue y lo reconocemos con orgullo. Nuestra marca con identidad local lleva las azudas, motor de la agricultura campesina de Larmahue. Son las azudas, las que al abrir sus compuertas permiten que comience un nuevo ciclo, el agua entra y recorre la tierra, invitando al surgimiento de la vida, regando los cultivos, frutales y toda plantación que maravillosamente crece en nuestro rico Valle de Almahue desde tiempos ancestrales.
El secreto de una mermelada está en la paciencia y cariño, el fuego hace lo suyo, siempre lento, nunca apurando, revolviendo con la tradicional cuchara de palo. La fruta y el azúcar se fusionan con las especias: canela, clavo de olor y nuez moscada perfuman cada rincón de nuestro espacio, el brillo y textura que va tomando es señal que falta poco “está en su punto”, luego a envasar y así conservar los sabores, aromas y colores de nuestros frutos.
Elaboramos una mermelada de uva muy especial. Obtenemos nuestra materia prima de una parra centenaria que se enreda en un limonero y corre libre y silvestre por el deslinde del terreno regalándonos un color morado intenso, aporta una fragancia aframbuesada en el ambiente de cada pampanito que cuelga, lo que nos trae a la memoria recuerdos de infancia cuando nos arrancábamos a comer de esta uva antes que la hicieran chicha.
El campo nos regala increíbles sabores durante las estaciones del año, cuando las frutas están en su punto, comenzamos con la recolección de forma manual. Durante el año cosechamos naranjas, moras silvestres, nísperos, ciruelas, kumquat y granadas donde nuestra amiga Patricia. Al finalizar el verano cosechamos las últimas sandías y melones, y esperamos los membrillos e higos de las añosas higueras de nuestra amiga y vecina Claudia.
Somos de Larmahue y lo reconocemos con orgullo. Nuestra marca con identidad local lleva las azudas, motor de la agricultura campesina de Larmahue. Son las azudas, las que al abrir sus compuertas permiten que comience un nuevo ciclo, el agua entra y recorre la tierra, invitando al surgimiento de la vida, regando los cultivos, frutales y toda plantación que maravillosamente crece en nuestro rico Valle de Almahue desde tiempos ancestrales.
El secreto de una mermelada está en la paciencia y cariño, el fuego hace lo suyo, siempre lento, nunca apurando, revolviendo con la tradicional cuchara de palo. La fruta y el azúcar se fusionan con las especias: canela, clavo de olor y nuez moscada perfuman cada rincón de nuestro espacio, el brillo y textura que va tomando es señal que falta poco “está en su punto”, luego a envasar y así conservar los sabores, aromas y colores de nuestros frutos.
Elaboramos una mermelada de uva muy especial. Obtenemos nuestra materia prima de una parra centenaria que se enreda en un limonero y corre libre y silvestre por el deslinde del terreno regalándonos un color morado intenso, aporta una fragancia aframbuesada en el ambiente de cada pampanito que cuelga, lo que nos trae a la memoria recuerdos de infancia cuando nos arrancábamos a comer de esta uva antes que la hicieran chicha.
El campo nos regala increíbles sabores durante las estaciones del año, cuando las frutas están en su punto, comenzamos con la recolección de forma manual. Durante el año cosechamos naranjas, moras silvestres, nísperos, ciruelas, kumquat y granadas donde nuestra amiga Patricia. Al finalizar el verano cosechamos las últimas sandías y melones, y esperamos los membrillos e higos de las añosas higueras de nuestra amiga y vecina Claudia.
Somos de Larmahue y lo reconocemos con orgullo. Nuestra marca con identidad local lleva las azudas, motor de la agricultura campesina de Larmahue. Son las azudas, las que al abrir sus compuertas permiten que comience un nuevo ciclo, el agua entra y recorre la tierra, invitando al surgimiento de la vida, regando los cultivos, frutales y toda plantación que maravillosamente crece en nuestro rico Valle de Almahue desde tiempos ancestrales.
El secreto de una mermelada está en la paciencia y cariño, el fuego hace lo suyo, siempre lento, nunca apurando, revolviendo con la tradicional cuchara de palo. La fruta y el azúcar se fusionan con las especias: canela, clavo de olor y nuez moscada perfuman cada rincón de nuestro espacio, el brillo y textura que va tomando es señal que falta poco “está en su punto”, luego a envasar y así conservar los sabores, aromas y colores de nuestros frutos.
Elaboramos una mermelada de uva muy especial. Obtenemos nuestra materia prima de una parra centenaria que se enreda en un limonero y corre libre y silvestre por el deslinde del terreno regalándonos un color morado intenso, aporta una fragancia aframbuesada en el ambiente de cada pampanito que cuelga, lo que nos trae a la memoria recuerdos de infancia cuando nos arrancábamos a comer de esta uva antes que la hicieran chicha.